Un premio justamente ganado

Un premio justamente ganado

Mustang

En medio de tiempos difíciles marcados por la pandemia, el sector automotriz no escapa a las complicaciones. La crisis se refleja en la industria, con quiebras, aumentos históricos en costos y escasez de automóviles nuevos, mientras que el mercado de autos usados experimenta un notable aumento.

Ahora bien, desde la otra vereda del rubro, la realidad de los autos antiguos presenta un escenario propio. Se mueve con lógicas más emocionales y criterios distintos a los del mercado tradicional. Si bien hace años vemos un alza constante y sostenida en los precios, existe aún una amplia oferta que permite encontrar al ‘dream car’, pero sin sobrepasar los límites del presupuesto inicial. En este contexto, surge uno de nuestros proyectos listo para ser embarcado de Miami a Chile: El Ford Mustang.

Un proyecto especial

Recientemente, nos embarcamos en un proyecto especial al recibir la solicitud de un cliente muy particular. Este apasionado del Mustang Fastback 67-68 compartió su deseo de adquirir el automóvil de sus sueños, inspirado por la nostalgia de la infancia y películas emblemáticas como “Bullet” con nada menos que “The King of Cool”, quien manejaba un Mustang Fastback 1968 390 GT código S, auto que se remató hace poco en la nada despreciable suma de US$3.4 millones. Su historia y relato personal añadió un matiz único: “No vengo de una familia de muchos recursos, hace un tiempo me empezó a ir muy bien. Todo lo que tengo es fruto de años de trabajo y a mis 40´s he decidido que la vida es hoy”.

La búsqueda del Mustang deseado se convirtió en una odisea. Inicialmente, la oferta se presentaba polarizada, con vehículos en mal estado o totalmente restaurados y fuera del presupuesto. 

El primer obstáculo

Nos encontramos con el primer obstáculo: el mercado que antes abundaba en los especímenes que buscábamos no arrojaba resultados positivos. Había estudiado previamente el mercado de los Mustang, con sus conocidas generaciones, y recordaba que los de la segunda etapa eran ligeramente más asequibles que los de la primera. Por ejemplo, si el valor de un Fastback de primera generación en condición #2 rondaba los US$45.000, con unos US$35.000 o US$40.000 podríamos adquirir un ejemplar de segunda generación en excelente estado. Lamentablemente, me encontraba ante una respuesta nula en la búsqueda, con una oferta altamente polarizada.

En el extremo inferior de la banda de precios, nos topamos con autos en condiciones muy precarias, todos aptos para ser restaurados. En el otro extremo, encontramos autos meticulosamente restaurados y con todas las características deseables, como el GT 390 y el código S, con precios que rondaban los US$80.000, lo cual estaba completamente fuera del presupuesto asignado.

La popularidad del Mustang Fastback en la película “Gone in 60 Seconds” y “Eleanor”, generó una demanda explosiva y precios elevados. Ante esta realidad, exploramos alternativas y sugerimos considerar un Mustang de primera generación.

A un mes de la búsqueda y al constatar la situación, nos vimos obligados a ser sinceros con el cliente: la adquisición de un Mustang Fastback “normal” dentro del presupuesto disponible resultaba imposible. Dada mi participación en una ‘red de mentores’, donde se enseño la importancia de definir un ‘plan B’ en cada proyecto, decidimos aplicar ese principio. Trabajamos arduamente en buscar opciones alternativas para el cliente, considerando la posibilidad de explorar otros ‘pony cars’ de la época, ya sea de GM o de Chrysler. 

Una reunión por Zoom y una decisión tomada

Tras una reunión vía Zoom con el cliente, la cual resultó sorprendentemente entretenida, tomamos la decisión de optar por un Mustang de primera generación. Jamás imaginé que un Mustang Fastback del 65-66 se convertiría en la ‘segunda mejor’ opción, pero tampoco anticipé que nos encontraríamos en situaciones donde estaríamos confinados o que nuestros hijos recibirían clases de forma remota. Sin duda, el mundo evoluciona rápidamente.

Después de tomar la decisión, una vez más, las horas se transformaron en días y los días en semanas; cientos de filas en Excel se sucedían hasta que, finalmente, apareció en uno de los 43 buscadores que utilizo (y al que menos confiaba). Ahí estaba. Desde la perspectiva de un purista como yo, era todo lo que podría desear. Para el cliente, cumplía con todas las condiciones de estilo que buscaba: un Mustang Fastback de 1966, Código A, GT, caja de cambios de 4 velocidades, Rally Pack, negro con interior negro y aire acondicionado, aunque le faltaba el interior Pony. ¿Se podría pedir algo mejor?

Es un GT…

Después de una exhaustiva decodificación del VIN, pude confirmar que había nacido el 30 de octubre, tal como se anunciaba, negro con interior negro y con todos los accesorios mencionados. Aunque el vendedor demostraba un conocimiento profundo de autos antiguos y de Mustang, y había revisado todos los detalles, sin tener un “Martin Report” no podíamos estar seguros de si era un GT original o no. Un chequeo al número estampado en la caja de dirección nos proporcionó la respuesta que buscábamos: ‘es GT’, susurré suavemente después de ver la foto en cuestión.

El paquete GT incluía mejoras en la suspensión, frenos de disco delanteros y un potente motor V8 de 289 pulgadas cúbicas. La transmisión manual “Toploader” de 4 velocidades dirige la potencia a un eje trasero sólido con engranaje final de 3.50:1. Definitivamente no estábamos frente a “un auto de secretaria” frase, que según la película “Ford v/s Ferrari”, habría dicho el mítico piloto Ken Miles.

El código A indica que cuenta con un motor V8 de 289 pulgadas cúbicas, con una relación de compresión de 10.0:1 y un carburador de 4 bocas, junto con varias mejoras adicionales. Este conjunto generaba una potencia de 220 hp y 305 libras de torque, situándose como el tercer escalón en la escalera de opciones de motores, justo por debajo del legendario código K, que es esencialmente un motor diseñado para competiciones automovilísticas.

El reconocimiento al esfuerzo justamente ganado

Después de coordinar la inspección en el lugar de origen, confirmamos que el auto cumplía con la condición #2. Llegamos a un acuerdo en cuanto al precio y actualmente el automóvil está a la espera de ser embarcado desde Miami a Chile. Este proyecto no solo contribuye al patrimonio nacional al importar una pieza única, sino que también representa la creación de valor al hacer realidad el sueño de nuestro cliente. Imaginar su rostro al recibir este merecido premio, su ‘juguete’, aquel reconocimiento al esfuerzo justamente ganado, no tiene precio, es simplemente invaluable.

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